Muchos padres se preguntan: ¿Cuándo debo comenzar con el cepillado de mis hijos?
La respuesta es clara: desde la erupción del primer diente. La higiene dental infantil no puede esperar, ya que la caries temprana es muy frecuente. Empezar pronto ayuda a establecer rutinas y a mantener una boca sana desde el inicio. Un diente sano desde bebé es la base de una sonrisa sana en la edad adulta.
De 0 a 2 años: primeros dientes y primeros cepillados
El primer diente suele salir alrededor de los 6 meses. Desde ese momento debe iniciarse el cepillado infantil:
Cepillo: cabezal pequeño, cerdas suaves y adaptado a la boca del bebé.
Pasta dental con flúor: mínimo 1.000 ppm.
Cantidad: equivalente a un granito de arroz crudo.
Frecuencia: 2 veces al día, siempre antes de dormir.
Responsable: los padres, ya que el niño aún no tiene la habilidad.
Además del cepillado, es fundamental iniciar las revisiones dentales desde la salida del primer diente o, como muy tarde, alrededor del primer año de vida. Estas visitas tempranas al odontopediatra permiten detectar a tiempo posibles problemas, orientar a los padres sobre el cuidado de la boca del bebé y establecer un seguimiento preventivo. También sirven para resolver dudas muy habituales, como el uso del chupete y el biberón o la aparición de manchas en los dientes.
De 3 a 5 años: autonomía progresiva
A esta edad los niños quieren participar en su higiene oral. Es el momento de reforzar el hábito:
Cepillo dental infantil: adaptado al tamaño de su boca.
Pasta dental fluorada: entre 1.000 y 1.450 ppm.
Cantidad: un grano de arroz largo hasta los 3 años, y después un guisante pequeño.
Frecuencia: 2 veces al día.
Responsable: los niños pueden cepillarse, pero los padres deben repasar siempre.
👉 Un truco útil es dejar que el niño se cepille “solo” y después los padres completan la limpieza.
En esta etapa es clave convertir el cepillado en un juego, ya que la constancia marcará la diferencia en su salud bucal futura.
De 6 a 8 años: primeros dientes permanentes
En esta etapa aparecen los molares definitivos, lo que exige más cuidado:
Pasta dental: siempre con 1.450 ppm de flúor.
Cantidad: un guisante completo.
Frecuencia: 2 veces al día (ideal también después de comidas principales).
Responsable: los padres aún deben supervisar hasta los 7-8 años.
También es recomendable acudir al odontopediatra para revisiones periódicas. Es en estas visitas cuando puede recomendarse selladores de fosas y fisuras en los molares permanentes, una medida preventiva muy eficaz contra la caries.
De 9 a 12 años: independencia en el cepillado
El niño ya tiene la destreza necesaria para cepillarse solo, aunque la supervisión ocasional sigue siendo importante:
Pasta dental: 1.450 ppm de flúor, la misma que usan los adultos.
Cantidad: un guisante completo.
Responsable: el niño, con revisión de los padres de vez en cuando.
Complementos: introducción de hilo dental o cepillos interdentales si hay apiñamientos.
En la adolescencia temprana es habitual que los hábitos de higiene se relajen, por lo que los recordatorios de los padres siguen siendo muy valiosos.
Consejos para motivar a los niños en el cepillado
Hazlo divertido: utiliza canciones, relojes de arena o apps con temporizador.
Cepilla siempre después del último vaso de leche o biberón nocturno.
Da ejemplo: los niños imitan lo que ven.
Evita el enjuague con agua tras el cepillado: lo ideal es escupir y dejar que el flúor actúe.
Premia el esfuerzo, no la perfección: un sistema de pegatinas o calendarios de cepillado puede animar mucho.
Conclusión
El cepillado dental en niños debe empezar con el primer diente y adaptarse a la edad.
La pasta dental siempre debe contener flúor, en la concentración y cantidad adecuada:
Granito de arroz en bebés.
Guisante pequeño en edad preescolar.
Guisante completo en escolares y adolescentes.
El papel de los padres es esencial: primero realizando el cepillado y después supervisando hasta que el niño tenga autonomía. La constancia es más importante que la perfección: un cepillado diario bien hecho vale más que varios rápidos y superficiales.
Una buena rutina desde la infancia es la mejor prevención contra la caries y las enfermedades de las encías.


